viernes, 16 de mayo de 2008

LA HISTORIA DEL CTU DE SABANETA (PRIMERA PARTE)

Una necesidad El Comité de Tierras Urbanas (CTU) de Sabaneta nació en febrero de 2006. Fue la iniciativa de las muchachas de la Cooperativa Giraluna: Evelyn Useche y Paola Aguirre. La presencia de ranchos en la comunidad traducía una necesidad que debía ser atendida. Evelyn y Paola hablaron con Eglee Rivas y con Julia Rivas.

Para conformase como CTU hicieron asambleas populares en las que la comunidad escogió las integrantes. La junta administradora quedó constituida por Eglee, Julia, Paola, Julieta Ramos y Evelyn. Eglee Rivas precisa: “Éramos cinco amas de casa, y aprendimos plomería, arquitectura, albañilería”. La asamblea también eligió las personas que trabajarían en las comisiones de trabajo y en la contraloría social. Así constituidas y legitimadas comunitariamente como integrantes del CTU, firmaron el convenio Sueños de Sabaneta con el Ministerio de Vivienda y Hábitat.

La primera actividad del CTU fue la realización del censo de ranchos, en el que lograron la participación de toda la comunidad.

Algunos números… El censo incial fue de ciento cuarenta ranchos, y el proyecto total ascendía a un monto de casi doce millardos. El desembolso se planteó por etapas. Hasta ahora han recibido 30% del monto total en una primera entrega, es decir, tres millardos y medio bolívares. Con esta suma empezaron la construcción de sesenta casas, de las cuales han terminado cincuenta y cuatro.

“Éramos cinco amas de casa, y aprendimos plomería, arquitectura, albañilería”

Julia dice que la culminación de las otras previstas para esta etapa está pendiente porque se tuvieron que atender trabajos paralelos: movimientos de tierra, muros de contención, pozos sépticos, y se tuvo que pagar el acarreo de materiales a zonas muy apartadas.

Con respecto al tipo de financiamiento, el gobierno no ha dicho si la gente tiene que pagar las casas o no. En todo caso, el CTU no ha recibido información que aclare si el aporte es retornable, y así se lo ha hecho saber a los y las beneficiarios/as.

Había que suplicar… “La gente no creía que este proyecto tan maravilloso se iba a dar”, dice Eglee. Recuerda que, al principio, los y las beneficiarios/as creían que el proyecto de tumbar la casa y sustituirla por otra era mentira. No hubo auge al principio, había que suplicarle a la gente para que aceptara. Ella y sus compañeras trataban de convencer a la gente con argumentos como: “No vas a gastar ni medio más, porque te la van a dar hasta pintadita”, pero nada.

Sin embargo, poco a poco todo fue cambiando. Y ahora es todo lo contrario. Ahora tiene una fila de familias detrás de los Sueños (nombre del CTU y a la vez una ilusión que la gente comparte mayoritariamente) para tener una casa digna. En todo caso, todos/as están felices. Muchos no lo pueden creer todavía, pero ahora sí viven el sueño.

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